En Agosto del año pasado escribí una historia sobre un viejo que se me apareció en frente de mi casa, una historia real (https://fterrazzino.wordpress.com/2017/12/04/la-leyenda-del-viejo-que-escribe/). Aunque voy a confesar aquí, que he tenido que alterar el contenido real de la historia. Temía que si exponía lo verdaderamente ocurrido iban a pasar dos cosas. Primero, oficiales de justicia irrumpirían en mi casa para llevarme detenido; segundo, todos se darían cuenta que soy un fraude, que jamás he escrito nada ni podría hacerlo jamás. Que todo lo que hice fue robar una identidad, algo nada excarcelable.
Aclaro que no expondría la veracidad de los hechos de no ser porque la situación ha cambiado y tengo miedo de las represalias.
Pero fue él, quien empezó a hacer que todo se vaya de las manos, el maldito viejo, que me ha convencido de escribir y publicar una historia sobre él. Claro, esto fue mucho después del secuestro, para cuando llegaba agosto del dos mil diecisiete, él ya llevaba conmigo casi dos años.
Lo que conté en la historia anterior es verídico, se me apareció y me hizo ese juego con las hojas y mi nombre. Pero cuando lo tuve adentro de mi casa, lo que verdaderamente ocurrió fue que la pulsión del mal se despertó en mí, y por primera vez en mi vida, estaba decidido a cometer un crimen. El cuerpo me temblaba de adrenalina. Me sentía blanco, pero no paralizado, más bien creo que derrochaba de ganas de criminalizar una situación, se me hacía agua la boca.
Lo que en realidad sucedió es que cuando el viejo estaba a punto de marcharse, me empecé a reír a carcajadas de él, no supe bien que inicio ese rito, pero es como que tenía la certeza de que “era por ahí” “a este viejo hay que entrarle por acá” eso pensó mi cerebro y mi boca actuó mientras yo trataba de comprender hacia donde iba a ir todo esto. El viejo, obviamente poseído por una incertidumbre atroz, se detuvo en seco y giro para escudriñar mi rostro. Me preguntó que me parecía gracioso. Le respondí que estaba fingiendo, que nada de lo que hizo ni de lo que me contó me parecía extraordinario, se me acercó. Error, años de experiencias al pedo. Cuando lo tuve al alcance de la mano, le tiré un puñete violentísimo de costado, el cual no vio venir por su edad, y nada pudo hacer más que acostarse en el piso y cerrar los ojos.
Cuando despertó ya era tarde, se encontraba en mi ático, encadenado. Me miró con desprecio. Y me dijo que no podía retenerlo, que su deber era seguir invitando a la gente a jugar el juego de la escritura. Que era un alma libre y no sé cuántas idioteces mas dijo. Lo amenacé con golpearlo de nuevo y se mantuvo callado. Le tiré sobre el cuerpo hojas y lápices.
“De ahora en más escribirás para mí, yo publicaré tu contenido. Te pasarás lo que te queda de vida entre papeles y lápices, para mí.”
No me contesto, me tenía miedo, eso demostraba. Los meses pasaron y cada siete o diez días, el viejo me entregaba una historia. Se la empecé a mostrar a amigos y conocidos, pero noté que no estaba haciendo valer a el viejo del ático, entonces me incliné por un blog. Y la cosa empezó más o menos a andar. Descubrí que, contrario a lo que pensaba, el mundo de los blog es también una red social. Y empecé a recibir, no solo likes, sino mensajes de personas. Le mostré al viejo cada mensaje que recibía, para incentivarlo a seguir. Algunos extraños virtuales me hicieron notar que mis escritos tenían faltas de ortografía, rápidamente respondí con risas, aduciendo falta de tiempo para control. Lo que le valió al viejo dos días sin comer. El maldito me suplico por un plato, entonces le pedí historias mejores, o solo iba a comer una vez por semana. De apoco empezó a mejorar, yo ya había tenido que estudiar las leyes ortográficas, porque poco confiaba en ese maldito anciano. Las controlaba y luego las colgaba en la red.
Al tiempo vino el segundo intento del viejo de pedir ayuda, grito un día que sintió a mi madre tender la ropa en la terraza, por suerte estuve cerca para persuadir a mi madre de que los ruidos venían del vecino, rápidamente entrar y amordazarle la boca. De ahora en más comería delante de mí y luego seguiría con la venda en la boca.
El día más violento fue cuando entré al ático y por torpeza le di la espalda lo suficiente para que me pinche el cuello con un lápiz muy afilado. Por suerte el viejo ya estaba muy débil y ni siquiera necesite puntos. Pero me dejó en claro que ya no estaba de acuerdo con terminar su vida en esas condiciones.
Entonces llego el día en que probó otras estrategias, empezó a entablar conmigo una relación más amistosa. Me escribió un par de poemas que me ayudaron con mujeres. Y así me persuadió un día, en el que subí al ático el día que tenía que recibir un escrito. “Hoy es uno especial, espero que te guste” lo leí con recelo. No me pareció malo el texto. Malo era el riesgo de contar parte de lo sucedido entre él y yo. Y que alguien pudiese entender lo que realmente estaba pasando. Pero luego de noches de leerlo y releerlo, me pareció que los riesgos eran pocos, y que todas eran ideas mías.
El tiempo paso, y nada raro ocurrió, comentarios de felicitaciones y apoyos, likes, el ego del viejo y el mío, nada raro. Entonces me olvidé, vinieron escritos posteriores que taparon al de “La leyenda del viejo que escribe”.
Pero ayer al a noche, subí con mi notebook y leyéndole comentarios de relatos recientes, descubrimos uno publicado en el texto que me delataba. Era de un usurario sin blog, su firma era Fridha77. Cuando se lo leí, noté un cambio de semblante en él, pero lo hacía normalmente al escuchar los comentarios, no me pareció raro. Entonces por primera vez, me sugirió una respuesta. “Respóndele que lo tienes en el ático” sugirió entre risas pero con grandilocuencia. El comentario en la entrada del blog de este enigmático usurario o usuaria decía algo de “Quisiera saber dónde tienes tanto potencial escondido” se puede leer el mensaje y mis respuestas en la entrada, pero decía algo así. A lo que le respondí siguiéndole el juego al viejo, que “Mi potencial estaba en el ático y si lo veía se iba a decepcionar” le agradecí como hago siempre, y me disponía a cerrar la computadora cuando recibí una velocísima respuesta que decía más o menos “No creo que me defraude, es hora de que lo bajes del ático y lo entregues a donde pertenece”. Mientras razonaba el mensaje no vi al viejo acechando por mi espalda, estaba leyendo la respuesta, rápidamente y con el corazón latiendo a mil revoluciones le di un portado a la notebook y me levanté. El viejo sonreía por primera vez desde el secuestro. Yo estaba muy asustado.
¿Qué fue eso? ¿Sólo una ironía? ¿Un juego de palabras? ¿O realmente me estaba pidiendo Fridha77 que liberara al viejo?
Me encerré en mi cuarto nervioso, tapé las ventanas y me senté en la oscuridad. El viejo me había tendido una trampa, había sido ese escrito un llamado de auxilio para más como él. Seguro que mientras conciliaba el sueño, hoy mismo se presentarían en mi casa, Fridha77 y todos los secuaces del viejo. Y no solo lo liberarían, si no que serían despiadados conmigo y con mi familia, como los narcos, los viejos que escriben tienen peores mañas.
A oscuras en mi cama, abrí la notebook y me puse a leer todas las entradas, y empecé a descubrir en todos los escritos, sutiles mensajes de ayuda. Palabras ocultas que se formaban con las primeras letras de cada renglón. O las últimas palabras de los párrafos. Pegué un puñetazo en la oscuridad, temiendo el fin de mi vida literaria para siempre. Y de mi vida en sí.
Entonces el cielo impartió un furioso trueno que casi me hace morir del susto, y una violenta lluvia broto sobre mi ventana.
Y presentí lo peor. Lo que hice a continuación no fue por valentía, si no por mis queridos lectores que no disfrutarían nunca más de mis escritos y pasarían sus vidas acongojadas y tristes preguntándose que paso con ese talentosísimo, joven y sensual escritor. Tomé un palo de beisbol que nunca supe qué hacía en mi habitación, de hecho creo que siempre estuvo ahí esperando este momento. Y Salí corriendo hasta llegar desde el patio a ver el ático. Aunque la lluvia me imposibilitó la visión, se evidenciaba la puerta destrozada, porque el viento de la tormenta estaba jugando a abrirla y cerrarla hasta convertirla en leña húmeda. Y tras un insulto al aire, vi la puerta del patio que daba a la calle también forzada. Salí corriendo hasta quedar en la calle y pude verlos. Eran no menos de ocho, de lo que parecían viejos que escribían. Había viejas también. Todos me hicieron fuck you con el dedo mayor, mientras trataban de correr torpemente debajo de la lluvia, algunos llevaban andadores y tubos de oxígeno. ¡Los encontraré y tomaré sus vidas una por una! Fue lo que se me ocurrió gritarles.
Todavía estoy muy nervioso, mojado, y temeroso por lo vivido. La situación empeora, mis padres mañana me pedirán explicaciones por las roturas en el ático, al cual me han visto entrar los últimos dos años, y la puerta del patio. Y tendré que seguir afrontando el blog como pueda. Mañana iré a hacer la denuncia a la comisaria, por suerte le saque fotos al viejo. Voy a reportarlo como desaparecido, alguien lo tiene que ver. Así quizás vuelva a mi ático algún día. Mientras tanto, me ha dejado la cabeza vacía de contenido.
Si dejo de publicar, ya saben. Puede ser que nada se me ocurre, o qué ocurrió lo peor, y la venganza narcoviejo ha llegado. Malditos viejos, quizás ya me esté convirtiendo en uno de ellos.
Realidad o ficción? en este escrito la frontera es difusa.
interesante.
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Eso mismo le dije a la policía!
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Ahora comprendo muchas cosas …bueno,siempre puedes conjurar a las Ninfas.
Aunque espero que tus Conjuros Mágicos sean eficaces.
O DEJARE DE SEGUIRTE
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Jajaja! No beo rason para degar de cejirnos, ya haprendi todo lo que nesecitava, para ke kiero a hece biejo hincerbible!!
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Reblogueó esto en Pocas Luces.
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